Rock y contracultura en los 80 y 90: tesis universitaria

Nota editorial

Este artículo se basa en una tesis universitaria que analiza el rock como fenómeno cultural, social y político. El documento original no incluye en los capítulos consultados la portada con datos completos de autoría (nombre del autor, universidad y año), por lo que el presente texto resume y contextualiza su contenido desde una perspectiva periodística y cultural.
RockSonora publicará la información de autoría en cuanto esta sea localizada.

Hermosillo a través del tiempo / Manuel Hernández - Años 80s. Grupo Interrogazion Rock One Band
Hermosillo a través del tiempo / Manuel Hernández – Años 80s. Grupo Interrogazion Rock One Band

El rock como resistencia cultural: juventud, poder y contracultura en México

Durante décadas, el rock ha sido reducido a un género musical, a una moda o a una industria. Sin embargo, una tesis universitaria mexicana —recuperada y analizada en este artículo— propone algo distinto: el rock como una forma de resistencia cultural, un lenguaje juvenil que nace del conflicto, la inconformidad y la necesidad de expresar lo que la sociedad dominante intenta silenciar.

Desde esta mirada, el rock no es solo sonido: es postura, identidad y choque generacional.

El origen del conflicto: juventud contra sistema

El texto plantea que el rock surge cuando la juventud deja de reconocerse en las estructuras tradicionales: familia, escuela, Estado y moral dominante. En ese vacío aparece la música como canal de expresión emocional y social, una forma de decir “no” a lo establecido.

El rock, desde sus primeras manifestaciones, se presenta como una respuesta al autoritarismo cultural, una forma de vida que cuestiona normas, jerarquías y expectativas impuestas por el mundo adulto.

Concurso “Rock en tu Idioma” en Hermosillo, Son. – 26/Nov/1987

Rock, cultura y pensamiento crítico

La tesis se apoya en pensadores como Antonio Gramsci y Sigmund Freud para explicar el fenómeno.

Desde Gramsci, el rock es entendido como una cultura subalterna: una expresión que nace fuera de la cultura hegemónica y que refleja las condiciones reales de vida de la juventud. No busca permiso ni legitimación institucional.

Desde Freud, el rock aparece como una vía de escape frente a la represión social. Ruido, distorsión, drogas, psicodelia y protesta no son vistos como desviaciones gratuitas, sino como síntomas de una sociedad que limita el deseo, la libertad y la satisfacción humana.

Cuando el mercado absorbe la rebeldía

Uno de los ejes centrales del texto es la apropiación del rock por la industria cultural. Aquello que nació como inconformidad terminó convertido en mercancía: discos, modas, conciertos masivos y publicidad.

Pero el proceso no es definitivo. Cada vez que el sistema absorbe al rock, surgen nuevas formas de resistencia: el punk, el underground, el DIY, los sellos independientes. El rock se fragmenta, pero no desaparece.

El caso mexicano: censura, copia y búsqueda de identidad

En México, el rock vivió un camino más accidentado. Llegó como influencia extranjera, fue perseguido, censurado y marginado. Eventos como Avándaro marcaron una ruptura entre el rock y las instituciones.

Aun así, el texto sostiene que el rock mexicano no es una copia pasiva, sino una reinterpretación marcada por la desigualdad, la represión y el contexto social propio. El rock nacional se convierte en una voz incómoda, rara vez aceptada por el sistema, pero persistente.

Hermosillo: rock en el desierto

El capítulo dedicado a Hermosillo, Sonora, resulta especialmente valioso. La tesis documenta la aparición de bandas, foros, concursos y programas de radio locales, mostrando cómo el rock creció sin infraestructura, sin apoyo institucional y muchas veces en la clandestinidad.

El rock hermosillense se presenta como una expresión genuina de resistencia cultural: una escena construida desde la autogestión, marcada por el contexto fronterizo y por una juventud históricamente ignorada por los centros culturales del país.

El rock sigue siendo necesario

La conclusión es clara: aunque el rock ha sido domesticado, comercializado y fragmentado, su potencia crítica no ha desaparecido. Mientras existan desigualdad, censura y crisis de identidad, el rock seguirá reapareciendo como ruido incómodo, como lenguaje de protesta y como espacio de libertad.

El rock, más que música, sigue siendo una forma de decir lo que otros discursos callan.

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